Vitoria. El año en el que la vorágine de los recortes amenazó con cercenar una parte de la tradición festiva gasteiztarra, los burros siguieron imponiendo su ley. Inasequibles al acoso de la crisis y alentados por el ánimo insuflado desde la iniciativa privada por el obrador El Talo, los asnos fueron un año más los protagonistas de una jornada que ejerce de aperitivo para la semana del desenfreno vitoriano por antonomasia. Su participación en el Día del Blusa dejó claro que, además de ofrecer espectáculo, los animales tienen algo de visionarios. Ni Kabendis, que según algunos partía como favorito, ni La moto de Maroto cruzaron la línea de meta en primer lugar. Puta Crisis, capitaneada por Iñigo, de la cuadrilla Galtzagorri, se erigió como protagonista del evento.
Además del patrocinio del obrador, héroe, garante y perpetuador de la tradición asnal, llamó la atención la nomenclatura empleada este año para designar a los pollinos. A diferencia de ediciones anteriores, en las que los próceres locales acaparaban la atención de las cuadrillas con dardos más o menos ingeniosos, en esta ocasión sólo La moto de Maroto hizo referencia a la actualidad municipal. Se notó que los blusas andan más pendientes de los mercados de valores, de los hachazos y de los avatares económicos en general, ya que, al margen de Puta Crisis, en la pugna tomaron parte La Prima de Riesgo, Mariana Rajoyna, Mariano Recortes, la Prima de Rajoy y la Prima de Mariano. Hasta completar la docena, apelativos más domésticos como Periko, Fastuoso, Susana, Kabendis y Qué feo es, porras.
El circuito urbano acotado en la plaza de la Virgen Blanca ejerció de barrera frente a la cual se agolparon miles de ciudadanos y visitantes curiosos. Había gente sobre la tarima del musgo-logo, espectadores en la balconada de San Miguel, clientes encaramados a las sillas de las terrazas circundantes... Público entregado, estático –pese al calor– y expectante que no se perdió ni un sólo detalle de cuanto acontecía al otro lado del vallado.
Y mientras la emoción ganaba enteros en las improvisadas gradas, los jinetes se ubicaban en la pole para tomar la salida, prevista para las 10.00 horas. Jockeys y burros debían recorrer el perímetro durante cinco vueltas completas y, para que no hubiera discusión sobre quién se proclamaba vencedor –las divergencias sobre este particular se habían elevado al rango de tradición paralela–, el control y el seguimiento fueron férreos.
Antes de que arrancara la carrera, un grupo de detractores del evento intervino para manifestar que “una ciudad que es Capital Verde Europea 2012, comprometida con una mejora medioambiental y del desarrollo sostenible, debe también ser respetuosa con todos los seres vivos”. “El respeto a los animales –agregaron– empieza no utilizándolos ni explotándolos para nuestra diversión”. Y es que no cabe acción sin reacción.
Partieron los contendientes con escaso espíritu de competición. Azuzados y remolcados pero sin ganas de correr. La moto de Maroto y La Prima de Mariano, de los Biznietos de Celedón y Hegotarrak, respectivamente, dejaron claro desde un principio que no estaban por la labor de trotar y se quedaron clavados en la línea de salida. Cuando los animales se ponen burros, no hay forma humana de hacerles cambiar de opinión.
Cubiertos unos cuantos giros, quedó claro que la victoria caería del lado de Galtzagorri o de Zintzarri. Iñigo, jinete que a la postre se declararía vencedor de la prueba, requería a los jueces que le concretaran en qué vuelta se encontraba. Le sacaba unos metros de distancia a su oponente más inmediato, el jockey Bardem, y el recorrido se le estaba haciendo eterno. Al final, cruzó la meta destacado, exultante y, por una vez en la vida, sin que el resto de las cuadrillas arrojara duda alguna sobre su primacía.
“Al que hay que felicitar es a éste –agradecía el campeón a voz en grito señalando al compañero de fatigas que tiraba de la cuerda sujeta a la brida–, que ha llevado el burro perfectamente”. Preguntado por el plan de entrenamientos que le había conducido hasta la gloria, afirmó haberse armado de “paciencia”. “Mi hijo me ha estado diciendo: Papá no corras, no corras... En cuanto al burro, lo he preparado sobre todo mentalmente”, bromeó el triunfador, novato en estas lides pero que amenazó con repetir en 2013. “Tengo que defender el título”, argumentó mientras posaba para la posteridad escoltado por sus chavales, Ane y Xabi. Ya en el podio, recibió la hogaza de txapeldun entregada por los responsables de El Talo e hizo las veces de Rafa Nadal mordisqueando el trofeo, mucho más sabroso que los que acostumbra a llevarse a la boca el mallorquín.
Primer paseillo Ya por la tarde, después de haber digerido tantas emociones y algún que otro platillo casero preparado con ajos recién comprados en la Cuesta, los vitorianos dirigieron sus pasos hacia el centro al filo de las 17.00 horas. El primer paseillo del año, el reencuentro de los blusas con la calle Dato, estaba al caer. Lo que también caía, a plomo, era el calor. Lorenzo, inmisericorde, se sumó a los actos de Santiago y no quiso perderse ni un segundo del recorrido.
Abrieron el fuego los integrantes de Karraxi. Frescos, bailones y empujados por las notas de la banda Musikaña, que hizo honor a su nombre. Como manda la tradición, los márgenes de la calle se mostraron repletos de espectadores que acompañaron el desfile con palmas, saludos y grandes sonrisas de satisfacción. Las terrazas de los locales de hostelería de la zona, como manda la costumbre, hicieron el primer agosto del año unos días antes de que diera comienzo el mes en sí.
A falta de vehículos oficiales, aún guardados en sus correspondientes garajes, los blusas tiraron de carritos del supermercado para transportar las imprescindibles garrafas. Por ahora el alcohol y los puros, visto que todavía generan impuestos y que nadie ha prohibido su consumo en este tipo de ocasiones, siguen formando parte intrínseca del evento.
Los de Nekazariak incorporaron pistolas de agua al repertorio de cachivaches, pelucas, gafas de sol y complementos variados, lo cual alivió los rigores del termómetro. Siguieron los de Belakiak, Bereziak –entre sus filas se coló el caballero oscuro con máscara de Batman incluida–, Los Bainas, Petralak... El espectáculo, a juzgar por el testimonio de los presentes, cumplió con las expectativas. En cuanto a globos, que siempre marcan tendencia, parece que Bob Esponja se recicla un año más –quizá por la crisis– y para quienes tengan pensado sumarse a la fiesta en cuestión de días, deben saber que este año vuelve la versión lololo de la sintonía de Eurovisión, con mano en alto giratoria incluida.